jueves, 21 de febrero de 2013

EL ÚLTIMO ABRAZO

Se daban el último abrazo y salían para ser fusilados en La Almudena.
Habían compartido una tortilla francesa en cinco pedazos. Y mucha actividad.
Hoy miro la fachada del colegio Calasancio y veo la cárcel. Esa desde la que salían para La Almudena. Noto entonces el abrazo de Marcos Ana, el preso político que más años ha estado en cárceles franquistas. Ese joven con más de noventa años que hace ejercicio diario en un gimnasio de mi barrio. Su abrazo a aquellos compañeros le hace continuar. Su abrazo y los testimonios de hijos y sobrinos de fusilados y presos que "han ido cayendo", dice, y añade que es "un privilegiado" porque está vivo tras dos condenas a muerte, campo de concentración, tortura y cárcel. Un privilegiado, mi vecino.
(Detalle del cuadro "Abrazos", de Genovés)

martes, 19 de febrero de 2013

LA ROTURA FIBRILAR


La función debe continuar. Eso llevaba impreso Bayona en el ADN mientras arrastraba su pierna. Él había cumplido con su deseo, con el deseo realizable, no con su sueño de acabar con el dolor provocado por el tsunami. Bayona arrastraba su pierna mientras otros hacían chistes, daban volteretas o se equivocaban. La función tiene que continuar. El cine español es muy exigente consigo mismo y así lo demostró la noche de los Goya.

           Como también los creadores de Arco han demostrado estar en buena forma. Y muchos artistas se han salido con sus obras: Pedro G. Romero, Secundino Hernández, Eugenio Ampudia, Susy Gómez, Santiago Sierra y tantos más que nos han abierto los ojos como hace años no ocurría.
La calidad de la cultura española crece. Y crece a pesar de las dificultades y los estrangulamientos económicos que tienen a sus creadores viviendo de otras cosas. Es hora de felicitar a quienes continúan en un escenario con una rotura fibrilar, a quienes sonríen sin recibir un premio más que merecido y a quienes nos entregan sus obras. Qué es la cultura sino un gesto de amor.
Seamos justos con las obras y entendamos el contexto. La libertad de expresión existe aún y la libertad de creación, también, aunque sin remunerar.
Seamos justos con la rotura fibrilar de la cultura.

domingo, 17 de febrero de 2013

CENTRO CULTURAL FERNANDO DE LOS RÍOS

¿SE NOS CAE MADRID? 

El 14 de octubre del 2012 se cayó un trozo de techo en la biblioteca del Centro Cultural Fernando de los Ríos. Desalojaron. Han pasado cuatro meses y han cerrado el centro cultural. Desde entonces hemos preguntado, protestado, llevado el tema al pleno de Latina y visitado el destrozo con Jaime Lissavetzky. Y hemos obtenido la duda por respuesta.
Cuatro meses después, el Ayuntamiento aún no ha hecho absolutamente nada más que dar dos vueltas a la llave del centro cultural para evitar que se caiga sobre alguien.
Cuatro meses y no nos responden si es un problema de mantenimiento o estructural, es decir si debería ser asumido por la empresa que debe cubrir el mantenimiento o por el área de Patrimonio. Y me pregunto, ¿al madrileño qué le importa quién se ocupe de repararlo? Al madrileño lo que le hace falta es un Ayuntamiento que mantenga sus edificios y servicios públicos abiertos y con garantías. El vecino lo que no quiere es un Ayuntamiento que mire para otro lado. Pero es que este es el Ayuntamiento de Madrid y aquí siempre se mira para otro lado.


Cuando un edificio tiene problemas -por cierto, que habría que prevenirlos- hay que arreglarlos y seguir dando el servicio público, en este caso la biblioteca y los talleres y cursos para 70.000 vecinos. Cerrarlo y dejar que pase el tiempo sobre el deterioro es acumular más deterioro y más gasto. Hay otros ejemplos, como el del Teatro de Madrid, cerrado desde julio de 2011 hasta hoy.
El Ayuntamiento ha abandonado sus edificios y Madrid se nos cae. ¿Para qué sirven los gobernantes y para qué nuestras denuncias? Las firmas se han mostrado un sistema eficaz, pero no sé si recoger firmas para todo lo que se cae sería posible.

viernes, 15 de febrero de 2013

EL CORAZÓN DE LA GRAN VÍA


Un genio como Berlanga sólo hacía una prueba a sus alumnos de la Escuela de Cine: les pedía que describieran las tiendas de la Gran Vía. Eran tiempos en que la Gran Vía contenía lo mejor del periodismo, los mejores estudios fotográficos, la librería Espasa, las más famosas salas de fiesta, la cocktelería más internacional, el edificio de Telefónica, que sirvió de central de comunicaciones a los republicanos en plena guerra, con Arturo Barea al frente; el Floridita desde donde Hemingway y los Brigadistas seguían la guerra y los Cines. Los cines con mayúscula, porque esos cines sirvieron de refugio en los bombardeos y fueron escenario de los estrenos más célebres: Gilda en el Palacio de la Música o El último cuplé en el Rialto. La Gran Vía guarda memoria de aquellos tiempos en que el cine causaba fervor.

 Y es que la Gran Vía es el corazón de la cultura madrileña. Y hay que respetarla. Hay que amar nuestro patrimonio cultural y recordarlo. Si Madrid fuera París, las obras de la Gran Vía se taparían con fotografías de sus rodajes, de sus estrenos, de sus pinturas, con frases de su literatura. Porque la Gran Vía es un personaje esencial de nuestra cultura desde su construcción.
 Pero a la Gran Vía quieren convertirla en una fachada, fachada de tienda. El cine Avenida o el Azul sólo se diferencian en que uno ofrece ropa y otro hamburguesas. Ninguno recuerda el fulgor del blanco y negro, ni las cabinas, ni las cintas. Y, sin embargo, aún es la Gran Vía, a pesar de no haberla hecho peatonal, a pesar de no haber sabido reconocer su historia y su cultura, porque aún están en pie la Telefónica, la Casa del Libro, el Palacio de la Prensa, el Cine Callao, el Capitol, el Lope de Vega… Y aún se ve el Palacio de la Música.
 ¿Sería tanto pedir que se mantengan los usos culturales en la Gran Vía? ¿Sería tanto pedir al Ayuntamiento que el Palacio de la Música no se convierta en tienda ni en restaurante, ni en hotel? ¿Podría cumplir su palabra el PP de no modificar su uso cultural?
 Así lo espero. Porque si no todos perderemos otro pedazo de la Gran Vía, ese personaje escenario y alma de nuestro cine, de nuestra cultura. Ese lugar en el que también Berlanga estrenó Bienvenido Mr.Marshall.
La Gran Vía nos hace ser Madrid. 

HACER EL RIDÍCULO EN ARCO





La curiosidad es el motor para acercarse a la cultura, una curiosidad que es positiva cuando se transforma en satisfacción, goce, estupor, cansancio, duda, sorpresa, escándalo y tantas otras sensaciones que puede provocar el arte. Todo menos indiferencia: sería lo peor.
El propio deambular entre obras de arte, tantas y tan dispares, es, en sí mismo, un juego artístico.
ARCO es un punto de encuentro entre espectadores y creadores. Para los espectadores, claro, que puedan afrontar su entrada -excesivamente cara, casi prohibitiva. Y también es una cita entre profesionales, un punto de encuentro entre amantes del arte y galeristas. Y artistas.
Todos se apuntan a estar en lugar tan importante, y cómo no, el Ayuntamiento. Para el Ayuntamiento es cita obligada, no sólo por el recinto ferial -IFEMA- sino porque se trata de una oportunidad de mostrar su colaboración en el estímulo a la creación. Así se han concebido tradicionalmente los stands y buena prueba de ello son las obras que este año se exhiben en los espacios contratados por El Mundo, El País, la Diputación de Huelva e incluso algunas marcas privadas, como Heineken: todos aportando su granito de arena a la creación contemporánea.
Todos menos uno: el Ayuntamiento de Madrid, que ha decidido hacer el ridículo y colocar un stand más propio de una Feria del Turismo, con los folletos de las visitas guiadas y sin aportar un átomo de creatividad. ¿Será esa la imagen que el Ayuntamiento de Madrid tiene de nuestros artistas plásticos? ¿O será la imagen que quiere proyectar?
Para “apoyos” así, no hacen falta apoyos. Entiendo que algún artista no haya querido ni saludar a los miembros del Gobierno que han subido el IVA cultural hasta el 21 % cuando Francia lo ha bajado al 7 %. Por favor, al menos, dejemos de hacer el ridículo. Es mejor no estar que estar así.
Así el Ayuntamiento no puede despertar ni curiosidad.


martes, 5 de febrero de 2013

LA ENSEÑANZA, EN HUELGA

"NO PRONUNCIA BIEN"

Los profesores tratan estos días de que se les escuche. Se está a punto de aprobar una Ley de Educación que les preocupa porque rompe la igualdad de todos los españoles respecto a su derecho a la educación.
Una profesora explicaba en una reciente charla que a un niño con una capacidad auditiva del 50 por ciento podría suspendérsele porque se valorara que "no pronuncia bien". Eso me impresionó: ¿cómo podría no tenerse en cuenta su capacidad y su esfuerzo?, ¿cómo no considerar su evolución?
Noté preocupados a los profesores, profesores de la pública que trabajan en los barrios de Madrid más castigados por el paro y con el mayor absentismo escolar. Preocupados por no tener interlocutor a quien transmitirle que el hecho de sumar alumnos en cada aula supondrá que los estudiantes tengan menos atención. Y también por los límites de su capacidad y su decisión con una Ley en la que no aparece ni una vez la palabra Pedagogía pero sí muchas veces la palabra competitividad.
Señor Wert, por qué no va a los colegios de Villaverde, Usera, Vallecas, San Blas o Vicálvaro. Esa es su materia principal: la enseñanza pública, la única disponible para la mayoría. Por favor, hágalo y fíjese en la capacidad no vaya a ser que un día, como aquel, se suspenda a un alumno que oye un 50 por ciento porque "no pronuncia bien". Y su ley lo excluya.



…Y EL DESPRECIO AL PROFESORADO
Se ha instalado una nueva costumbre entre nosotros: criticar al profesor como causa de todos los males de los estudiantes. Parece algo clásico; sin embargo, muchos recordamos el respeto a los profesores, por su sabiduría y por su generosidad para conseguir el aprendizaje en los demás.
Esta derecha ha criticado públicamente a los profesores -Esperanza Aguirre- y ha creado desigualdades entre ellos: los nativos no pasarán una oposición como tampoco lo hacen los profesores de religión. Además se les ha bajado el sueldo -a los de religión, no-, se han aumentado sus horas de clase y se les ha añadido alumnos por clase. A todo esto, ni se les ha consultado la Ley Wert, a ellos que son precisamente quienes saben si los alumnos que necesitan apoyo deben repetir o si hacerles elegir demasiado pronto entre la formación profesional y la académica es cerrarles el camino.
Por si fuera poco, los centros culturales de todo Madrid -con Ana Botella- nos suben el precio de cursos un 32 por ciento y pagan la mitad a los profesores -5 euros la hora-. Por no mencionar a los escasos  profesores de los centros de mayores, a los que están echando a través de estas bajadas humillantes, mientras insisten en que entre ellos mismos se apañen dándose clase los unos a los otros.
Parece una obviedad, pero hay que decirlo: Los poderes públicos deben respetar a los profesores, escucharlos antes de hacer una Ley y, desde luego, dejar de humillarlos con salarios indignos. Nos iría mejor a todos.

domingo, 3 de febrero de 2013

LA DAMA DE LOS SUEÑOS


       La dama de los sueños ha comprobado que todas las encuestas que se publican este fin de semana coinciden en que los españoles estamos convencidos de que la corrupción política se ha extendido hasta límites insoportables.
      La dama de los sueños está segura de que no es verdad que todos los partidos sean iguales, porque no lo son: ni el PSOE es igual que el PP, ni lo ha sido nunca.
       Pero la dama de los sueños sabe que no basta decir algo así cuando la sensación general es la contraria. No basta decirlo si la desconfianza es general. Por eso cree que es necesario dar pasos, alejarse de cualquier sospecha y no tener miedo a nada, ni siquiera a dimitir. 
     Hoy la dama de los sueños me ha dicho que un político que no cuenta con la confianza de los ciudadanos no puede servirlos. Que ya no puede cumplir con su trabajo. Sería como pretender que un carnicero del que se dice que vende carne podrida pretenda seguir vendiéndola, por mucho que vocifere "es falso" y asegure que la suya es ternera de primera, y para demostrarlo enseñará su declaración de la Renta.
      Me gusta la dama de los sueños. Es sensata. Y más cuando me susurra que España necesita empezar de cero otra vez para recuperar la confianza de los españoles y el prestigio internacional que tuvo. Prestigio y confianza en los partidos, en los bancos, en los empresarios, en los jueces, en los sindicatos, en los gobiernos autonómicos y en los ayuntamientos. 
       ¿Empezamos otra vez?