La curiosidad
es el motor para acercarse a la cultura, una curiosidad que es positiva cuando se
transforma en satisfacción, goce, estupor, cansancio, duda, sorpresa, escándalo
y tantas otras sensaciones que puede provocar el arte. Todo menos indiferencia:
sería lo peor.
El propio
deambular entre obras de arte, tantas y tan dispares, es, en sí mismo, un juego
artístico.
ARCO es un
punto de encuentro entre espectadores y creadores. Para los espectadores,
claro, que puedan afrontar su entrada -excesivamente cara, casi prohibitiva. Y
también es una cita entre profesionales, un punto de encuentro entre amantes
del arte y galeristas. Y artistas.
Todos se
apuntan a estar en lugar tan importante, y cómo no, el Ayuntamiento. Para el
Ayuntamiento es cita obligada, no sólo por el recinto ferial -IFEMA- sino
porque se trata de una oportunidad de mostrar su colaboración en el estímulo a
la creación. Así se han concebido tradicionalmente los stands y buena prueba de
ello son las obras que este año se exhiben en los espacios contratados por El
Mundo, El País, la
Diputación de Huelva e incluso algunas marcas privadas, como
Heineken: todos aportando su granito de arena a la creación contemporánea.
Todos menos
uno: el Ayuntamiento de Madrid, que ha decidido hacer el ridículo y colocar un
stand más propio de una Feria del Turismo, con los folletos de las visitas
guiadas y sin aportar un átomo de creatividad. ¿Será esa la imagen que el
Ayuntamiento de Madrid tiene de nuestros artistas plásticos? ¿O será la imagen
que quiere proyectar?
Para “apoyos”
así, no hacen falta apoyos. Entiendo que algún artista no haya querido ni
saludar a los miembros del Gobierno que han subido el IVA cultural hasta el 21
% cuando Francia lo ha bajado al 7 %. Por favor, al menos, dejemos de hacer el
ridículo. Es mejor no estar que estar así.
Así el
Ayuntamiento no puede despertar ni curiosidad.
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