viernes, 15 de febrero de 2013

EL CORAZÓN DE LA GRAN VÍA


Un genio como Berlanga sólo hacía una prueba a sus alumnos de la Escuela de Cine: les pedía que describieran las tiendas de la Gran Vía. Eran tiempos en que la Gran Vía contenía lo mejor del periodismo, los mejores estudios fotográficos, la librería Espasa, las más famosas salas de fiesta, la cocktelería más internacional, el edificio de Telefónica, que sirvió de central de comunicaciones a los republicanos en plena guerra, con Arturo Barea al frente; el Floridita desde donde Hemingway y los Brigadistas seguían la guerra y los Cines. Los cines con mayúscula, porque esos cines sirvieron de refugio en los bombardeos y fueron escenario de los estrenos más célebres: Gilda en el Palacio de la Música o El último cuplé en el Rialto. La Gran Vía guarda memoria de aquellos tiempos en que el cine causaba fervor.

 Y es que la Gran Vía es el corazón de la cultura madrileña. Y hay que respetarla. Hay que amar nuestro patrimonio cultural y recordarlo. Si Madrid fuera París, las obras de la Gran Vía se taparían con fotografías de sus rodajes, de sus estrenos, de sus pinturas, con frases de su literatura. Porque la Gran Vía es un personaje esencial de nuestra cultura desde su construcción.
 Pero a la Gran Vía quieren convertirla en una fachada, fachada de tienda. El cine Avenida o el Azul sólo se diferencian en que uno ofrece ropa y otro hamburguesas. Ninguno recuerda el fulgor del blanco y negro, ni las cabinas, ni las cintas. Y, sin embargo, aún es la Gran Vía, a pesar de no haberla hecho peatonal, a pesar de no haber sabido reconocer su historia y su cultura, porque aún están en pie la Telefónica, la Casa del Libro, el Palacio de la Prensa, el Cine Callao, el Capitol, el Lope de Vega… Y aún se ve el Palacio de la Música.
 ¿Sería tanto pedir que se mantengan los usos culturales en la Gran Vía? ¿Sería tanto pedir al Ayuntamiento que el Palacio de la Música no se convierta en tienda ni en restaurante, ni en hotel? ¿Podría cumplir su palabra el PP de no modificar su uso cultural?
 Así lo espero. Porque si no todos perderemos otro pedazo de la Gran Vía, ese personaje escenario y alma de nuestro cine, de nuestra cultura. Ese lugar en el que también Berlanga estrenó Bienvenido Mr.Marshall.
La Gran Vía nos hace ser Madrid. 

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