Un genio como Berlanga
sólo hacía una prueba a sus alumnos de la Escuela de Cine: les pedía que describieran las
tiendas de la Gran Vía . Eran tiempos en que la
Gran Vía contenía lo mejor del periodismo, los mejores
estudios fotográficos, la librería Espasa, las más
famosas salas de fiesta, la cocktelería más
internacional, el edificio de Telefónica, que sirvió de central de
comunicaciones a los republicanos en plena guerra, con Arturo Barea al
frente; el Floridita desde donde Hemingway y los Brigadistas seguían
la guerra y los Cines. Los cines con mayúscula, porque esos cines
sirvieron de refugio en los bombardeos y fueron escenario de los estrenos más
célebres: Gilda en el Palacio de la Música o El último cuplé en el Rialto. La Gran Vía guarda memoria
de aquellos tiempos en que el cine causaba fervor.
Y es que
la Gran Vía
es el corazón de la cultura madrileña. Y hay que respetarla. Hay que amar
nuestro patrimonio cultural y recordarlo. Si Madrid fuera París, las obras
de la Gran Vía
se taparían con fotografías de sus rodajes, de sus estrenos, de sus
pinturas, con frases de su literatura. Porque la Gran Vía es un
personaje esencial de nuestra cultura desde su construcción.
Pero a la Gran Vía quieren convertirla en una fachada, fachada de tienda. El cine Avenida o el Azul sólo se diferencian en que uno ofrece ropa y otro hamburguesas. Ninguno recuerda
el fulgor del blanco y negro, ni las cabinas, ni las cintas. Y, sin
embargo, aún es la Gran Vía ,
a pesar de no haberla hecho peatonal, a pesar de no haber sabido reconocer su
historia y su cultura, porque aún están en pie la Telefónica , la Casa del Libro, el Palacio de
la Prensa , el
Cine Callao, el Capitol, el Lope de Vega… Y aún se ve el Palacio de la Música.
¿Sería
tanto pedir que se mantengan los usos culturales en la Gran Vía ? ¿Sería tanto
pedir al Ayuntamiento que el Palacio de la Música no se convierta en tienda ni en
restaurante, ni en hotel? ¿Podría cumplir su palabra el PP de no modificar
su uso cultural?
Así lo
espero. Porque si no todos perderemos otro pedazo de la Gran Vía , ese personaje
escenario y alma de nuestro cine, de nuestra cultura. Ese lugar en el que también Berlanga estrenó Bienvenido Mr.Marshall.
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