jueves, 4 de abril de 2013

MADRID SERÁ UNA FERIA

O mucho me equivoco o el anuncio de que Madrid Arena se va a  reabrir sin reparación (sabiendo como sabemos todos los madrileños los defectos estructurales que tiene) nos augura lo que seremos, lo que ya estamos siendo: UNA FERIA. No una fiesta, no: una feria; una feria permanente como lo es ya Cibeles, que se alquila a 35.000 euros para ferias de pago; como lo es el pabellón de La Pipa, cuyo techo se cayó sobre “la feria de submarinismo”; como lo es, como es natural, el recinto de IFEMA.
Pero, ¿es que nadie se ha dado cuenta de que todo Madrid no puede ser una feria? ¿Nadie se ha dado cuenta de que los espacios culturales no son equivalentes a los espacios de una feria que anuncie Londres o un buen vino?
En estos días he visto descualificarse la oferta cultural de todos los grandes centros municipales, que, por hacer algo, han decidido llenar con lo que sea, lo que sea, sus paredes, con una única condición, que esté pagado. Por no hablar del vacío que reina en los centros culturales de los barrios, donde ya sólo falta que quiten las alcayatas porque llevan cuatro meses sin programación y aquí no ha pasado nada.
Todavía puede ser peor. Todavía puede darse el caso de que a alguien se le ocurra hacer pequeñas ferias en los centros culturales de distrito. Como la  feria del marisco. ¿No tuvieron en su barrio el año pasado una feria del marisco en una carpa? Qué raro, porque viajó por muchos distritos.
Pues eso, mejor no dar ideas, que igual, hay a quien le gusten.
Añoro Madrid. Añoro el abierto hasta el amanecer. Añoro los conciertos al aire libre, la gratuidad, las exposiciones de calidad. Y todo en espacios municipales. Había menos espacios abiertos, pero había gran delicadeza y criterio. Miremos a los ochenta para aprender.

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